El Ballet es una forma teatral de danza, que comienza a desarrollarse en Europa durante el Renacimiento (1300–1600). La técnica del ballet está conformada por una serie de movimientos estilizados y posiciones que han sido elaboradas y codificadas a través de los años, hasta convertirse en un sistema bien definido, aunque flexible denominado danza o ballet académico.
Uno de los fundamentos técnicos del ballet es la rotación externa de las piernas (turno-out, en de-hors). Cada pierna debe ser rotada hacia fuera desde la articulación de la cadera. El ballet contempla cinco posiciones específicas para los pies, las cuales son utilizadas en la ejecución de los pasos del ballet. Existen en general las posiciones correspondientes para los brazos, aunque varían dependiendo de la escuela.
La técnica del ballet enfatiza la perpendicularidad del torso, debido a que los bailarines deben siempre fluir de este eje vertical. Es necesario que todas las partes del cuerpo estén correctamente alineadas y centradas para permitir el máximo de estabilidad y facilidad en el movimiento. El torso y todas las partes del cuerpo del bailarín deben permanecer sostenidas y alongadas hacia arriba de manera que su cuerpo permanezca siempre alargado y estirado (pull-up). La verticalidad implica resistencia a la gravedad, un concepto que debe ser aplicado principalmente en los pasos de elevación, como los saltos.
El ballet posee muchos de dichos pasos, incluyendo aquellos en los cuales el bailarín mientras se encuentra en el aire debe girar, batir (cruzar) las piernas, mantener los pies juntos o cambiar la posición de las piernas. El fragmento de la clase o de una coreografía donde se agrupan dichos pasos, suele denominarse allegro.
La idea de desafiar la fuerza de gravedad se vio culminada con la invención de las puntas. Éstas se desarrollaron en los inicios del siglo XIX y han sido ampliamente utilizadas por las bailarinas desde 1830, cuando quedó demostrado su potencial para conseguir su efecto poético.
El término “línea” en ballet se refiere a la configuración del cuerpo de un bailarín, ya sea en movimiento o en reposo. Una buena línea es en parte un aspecto físico con el cual ha nacido el bailarín, pero también puede ser desarrollado por el entrenamiento.
Diferentes sistemas de entrenamiento de ballet han evolucionado, adoptando el nombre de sus países de origen (escuela rusa, francesa, etc.) o de sus maestros (el italiano Enrico Ceccetti, el danés Augusto Bournonville, o la rusa Agripina Vaganova). Estos sistemas, sin embargo, difieren más en el estilo y el énfasis en algunos aspectos más que en los movimientos mismos. El lenguaje técnico es universal, sin importar la escuela, aunque puede haber diferencias en la denominación o en la ejecución de algunos movimientos.
Todos los bailarines de ballet, sin importar su experiencia o su eficiencia, toman diariamente clases de ballet para mantener sus cuerpos fuertes y flexibles. La mayoría de estas clases inician con el trabajo en la barra; estos ejercicios tienen como objetivo calentar y estirar músculos, ejercitar tendones, haciéndolos más flexibles y mejorar la movilidad articular. La segunda parte de la clase se realiza sin la ayuda de la barra y se denomina centro. Usualmente se inicia con movimientos lentos y sostenidos (adagio) para desarrollar en los bailarines la sensación de equilibrio y fluidez en los movimientos. Luego vienen los movimientos más rápidos que incluyen el grupo de los pequeños saltos y progresivamente se realizan pasos con desplazamientos, giros y grandes saltos.
A medida que el bailarín mejora su ejecución, los ejercicios en la barra y en el centro se hacen más complejos, aunque siempre basados en los mismos movimientos aprendidos desde el comienzo. Los movimientos se hacen cada vez más rápidos o más lentos, más extensos, más complejos (combinaciones) y físicamente más demandantes. De ahí la importancia de establecer, desde un principio, unas sólidas bases, ya que de ellas dependerá un progreso. Generalmente los bailarines realizan la clase para mantener su nivel de ejecución técnica, que para aprender pasos nuevos. La técnica del ballet clásico es universalmente reconocida como una base sólida para la práctica de cualquier otra forma dancística. Los principios técnicos adquiridos con la práctica del ballet pueden ser aplicados a cualquier otra forma o estilo.
Si desea realizar un entrenamiento profesional en ballet, debe iniciar el entrenamiento diario del cuerpo entre los 8-10 años de edad, luego de pasar el examen de aptitudes exigido por las escuelas donde se realiza dicha formación. Los alumnos reciben clase diaria de ballet y en el transcurso de su carrera deberán recibir otras clases específicas relacionadas con el ballet: puntas para mujeres, variaciones para hombres y mujeres, adagio (pas de deux o dúo clásico), danzas antiguas y de carácter, música, bailes de salón, pantomima y distintas formas de preparación física, que pueden incluir, dependiendo de la escuela, la gimnasia artística y diversas formas y técnicas de entrenamiento físico. Sin embargo, es importante aclarar que cualquier persona puede aprender y disfrutar la técnica del ballet. Es una excelente base para la práctica de cualquier otra forma de danza y cualquier persona puede beneficiarse y obtener placer con los logros personales que alcance a desarrollar con esta manifestación artística.
(Fuente: Danza Ballet)
MARTA LARA HERRERA / DANZARTE “VIDA EN MOVIMIENTO”
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