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La televisión: ¿Informa o deforma?

La televisión como medio masivo de comunicación, desde los años sesentas ha tenido una enorme influencia en las culturas de muchos países en donde su impacto ha sido determinante. Ésta a través de sus programas captura la atención del espectador y consigue sustraerlo del mundo real para modificarle la percepción objetiva de la vida y cambiarla por una concepción de la misma hecha a modo, para que responda a los objetivos que cada programa persigue en un determinado sector de la sociedad.

Un ejemplo de esto lo podemos ver con una sociedad que cada vez está más inmersa en un proceso de inagotable consumismo y en donde las nuevas generaciones concursan para estar dentro de la  moda que imponen los medios, sin importar la forma y el fondo. Se habla no sólo de tendencias de vestuario o imagen, sino de lenguaje, actitudes que son cultivadas y que no corresponden a su propia cultura, pero que obedecen justamente a la penetración de otras culturas a través del medio televisivo.

La interpretación de las experiencias cotidianas del televidente se ven modificadas y se gesta en ellos comportamientos automatizados que los llevan a asumir necesidades  creadas para que respondan a las leyes que marca la mercadotecnia. A través de ellos el espectador ve escenarios que idealiza y apremia como una forma de realización personal,  de alcanzar la felicidad o  e inclusive de creer en una utopía que lo llevará a él y a su mundo a una vida mejor y que a su vez desencadenan otros factores que se establecen ya como canon común; los estereotipos, que marcan de una manera esquizofrénica a la sociedad en que se vive, por lo que desemboca una estructura social basada en una sistema ideológico y económico.

La publicidad dentro de la programación es otro argumento que juega un rol importante en la distorsión de la conducta de una sociedad que engruesa cada vez más las filas del consumismo. La metodología de la industria de la publicidad por medio de la televisión  y su programación tiene el poder de ir más allá de controlar la atención del individuo por que es capaz de dominar la conciencia colectiva, lo que resulta grave para cualquier sociedad en su conjunto. Un ejemplo claro son los prejuicios que a raíz de la tendencia de su contenido se promueve en ciertos sectores de la sociedad, dando origen a que se privilegien determinadas marcas televisivas, grupos sociales, raciales y hasta religiosos.

La televisión es un medio de comunicación que puede fortalecer el derecho a estar informado, a expresar. Sin embargo, el contenido de sus programas y su sistemática, en su mayoría, es cuestionable desde cualquier punto de vista, si se considera que el impacto de éstos es determinante en la vida cultural e ideológica en los pueblos. Por ello es necesario regular el dominio en el espacio de las televisoras, exigir objetividad en los contenidos, fomentar los canales didácticos, por supuesto elevar el nivel educativo de las sociedades.

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