Una a una las grandes luces de la biblioteca se fueron apagando. Los últimos visitantes consuetudinarios se habían retirado pocos minutos antes, y las grandes mesas estaban ya vacías. Recogiendo sus pertenencias personales y verificando que todo estaba en su lugar, la joven bibliotecaria cerró la puerta y se dirigió a su casa.
Y como en las viejas historias de ficción, al sonar las doce campanadas de una iglesia cercana anunciando la medianoche, el silencio en el interior de la biblioteca fue interrumpido por un viejo libro de pastas duras, de título ‘Introducción a la Filosofía’, que se movió de su lugar para saltar a la mesa más cercana, e inició un movimiento en círculos.
-¿Quién o qué soy? ¿Cuál es mi misión en la vida? ¿Qué es la muerte? –se preguntó reflexivamente.
Del mismo mueble bajó a la mesa otro libro con un mismo gran número de hojas. El libro ‘Principios de Sociología’ replicó:
-¿A tu edad todavía te hace esas preguntas?
Ignorando la pregunta irónica, Introducción a la Filosofía continuó:
–“¿Sabías cómo es posible que los seres humanos vivan en sociedad, sobrevivan, se relacionen entre sí, y mantengan relaciones amorosas, así como relaciones de amistad y hasta de odio? ¿Cómo es posible que existan, subsistan, y se desarrollen las sociedades humanas con sus instituciones, estructuras y con los tipos de acciones que realizan las personas? ¿Cómo y por qué actúan los seres humanos? ¿Cómo y por qué puede relacionarse puede relacionarse de una manera exitosa con su medio ambiente? ¿Cómo y por qué cambian las sociedades?”
-Muchas preguntas para esas páginas amarillentas –contestó ‘Principios de Sociología’.
-“Con una breve reflexión se llega a la idea de que las acciones de los seres humanos son posibles en virtud de que todos ellos, sin excepción, mantienen creencias, suponen valores, y actúan conforme a normas y reglas que orientan esas acciones” –finalizó su disertación ‘Introducción a la Filosofía’.
-Esto último que mencionas se relaciona con la enseñanza de mis páginas: “La sociología es la ciencia de la sociedad, la disciplina que se encarga del estudio de los fenómenos que se producen en las relaciones grupales de los seres humanos. Así, el énfasis en los aspectos de relación o de asociación de los individuos en tanto que integrantes de grupos articulados depende del particular enfoque o la escuela sociológica que pretende definir su campo de observación”.
-¿Escuelas sociológicas? –preguntó un tercer libro que había escuchado su tema de contenido y se estaba uniendo a la conversación. Su título, ‘Ciencia Básica’.
-Sí, encontramos a Augusto Comte. y la sociología positiva; Herbert Spencer y el evolucionismo social; Carlos Marx y el materialismo histórico; Emilio Durcheim y el empirismo sociológico; Max Weber y la sociología comprensiva; Karl Mannheim y la sociología del conocimiento.
-Vaya, vaya, pues yo puedo enseñar en mis páginas –dijo en tono docto ‘Ciencia Básica’-, que, “Ciencia es la actividad humana creativa cuyo objeto es la comprensión de la naturaleza y cuyo producto es el conocimiento, obtenido por medio de un método científico organizado en forma deductiva y que aspira a alcanzar el mayor consenso posible”.
‘Ciencia Básica’ se acercó a ‘Introducción a la Filosofía’ y aclaró a ‘Principios de Sociología’:
–“La esencia de la ciencia son las ideas. También la filosofía reclama a las ideas como su esencia. La diferencia es que para que las ideas científicas sean aceptadas es que coincidan con la estructura de la realidad, mientras que las ideas filosóficas sólo deben cumplir con el requisito de ser lógicamente consistentes con el resto del edificio teoricofilosófico en que ocurren para ser aceptables”.
-Y yo soy una ciencia importante –intervino ‘Fundamentos de Física’-. “La física es, más que nada una manera de ver el universo. La materia sufre un número ilimitado de cambios pero lo importante, curioso y sorprendente es que en un universo de cambios existan regularidades, exista un orden profundo que nos dice que hay cosas que no cambian, y que aún en las cosas que cambian existen leyes del cambio y que estas leyes no cambian, pero lo mejor es que somos capaces de descubrir las regularidades, el orden y las leyes de la naturaleza”. “La física –abundó ‘Fundamentos de Física’-, ha conseguido definir conceptos útiles, encontrar leyes, establecer principios, formular teorías, predecir fenómenos, y todo esto sin recurrir a mitos ni caprichos, sólo fundándose en la observación, la experiencia, la experimentación y el razonamiento”.
-Yo también soy una ciencia importante –habló el Tratado de Química’ saltando a la ya muy concurrida mesa-. ¿Sabían ustedes que el material de nosotros los libros, la mesa sobre la que realizamos esta conversación, el pan tostado, las palomitas de maíz, la última medicina producida en un laboratorio, la contaminación del aire, los anticonceptivos, los discos compactos, el agua de mar, el deseo sexual, y el café tienen que ver esencialmente con la química? ¿Han escuchado hablar de la tabla periódica de los elementos?
Un pequeño libro estampado en rojo, ‘Poesías Selectas’, dijo con voz cadenciosa:
-Yo no soy ciencia pero soy importante alimento del alma humana. Vida y poesía van de la mano y se entreveran hasta convertirse una, en resultado de la otra, porque la poesía más que conocimiento de mundo, es experiencia entrañable, visceral, una manera de estar en este planeta. La poesía no se explica, se siente. Escuchen esto: “Ojos claros, serenos,/ si de un dulce mirar sois alabados,/ ¿por qué, si me miráis, miráis airados?/ Si cuando más piadosos,/ más bellos parecéis a aquel que os mira,/ no me miréis con ira,/ porque no parezcáis menos hermosos./ ¡Ay tormentos rabiosos!/ Ojos claros, serenos,/ ya que así me miráis, miradme al menos”.
-¡Excelente! –aplaudió ‘Historia de la Música Clásica’, y todos los libros en la mesa lo secundaron abriendo y cerrando sus hojas-. Al igual que la poesía, la música no se explica, se siente. Sin embargo, si tuviera que definirse a la música, propongo algunas definiciones generales: “Música es el arte de bien combinar los sonidos”; “Música es una bella arte que provoca diversos sentimientos a través del sonido”; “Música es una serie de sonidos que se llaman unos a otros”; “Música es el arte de los sonidos en el movimiento del tiempo”; y, “Música es aquella de las bellas artes que utiliza el fenómeno del sonido para los propósitos de la poesía”. Queridos colegas, amigos libros –el gran tomo de ‘Historia de la Música Clásica’ finalizó-, estrictamente música clásica es la música de concierto que fue escrita aproximadamente entre 1770 y 1830. ¿Quién no se ha sentido conmovido al escuchar la Oda a la Alegría de Beethoven; el Ave María de Schubert; o el Va Pensiero, el Coro de los Judíos, del Nabucco de Verdi?
La larga mesa estaba ahora llena de libros que habían bajado de los diferentes estantes. Uno de ellos se adelantó y dijo:
-Todo lo que ustedes han mencionado y que es el contenido de cada uno, información valiosa almacenada para la educación y cultura de los seres humanos, ha sido muy interesante escucharla; sin embargo, yo también tengo cosas por decir, cosas fantásticas qué relatar, cosas que echan a volar la imaginación de los seres humanos, especialmente de los niños –habló entusiasmado el libro ‘Cuentos Infantiles’, y se colocó en el centro de la asamblea-. Les relataré la historia de cómo una calabaza y unos ratones se transforman en una lujosa carroza y unos caballos para, después de llevar a una princesa a un baile, la regresen antes de las doce de la noche a su casa; también les hablaré de la historia de un valiente muñeco de madera y su amigo grillo, que con la ayuda de una hada logra convertirse en un niño; y conocerán durante el resto de la noche la historia de una madrastra malvada que utiliza una manzana con veneno para lastimar a una hermosa jovencita que tiene como amigos a 7 hombrecitos.
Durante las siguientes horas todos los libros guardaron silencio, absortos en las palabras de ‘Cuentos Infantiles’, hasta que el ruido que produjo la bibliotecaria al abrir la puerta por la mañana, hizo que todos los libros corrieran para colocarse en su lugar de origen en los estantes.
Rafael Lobato Castro
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