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Inocencia perdida

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En la actualidad se ha vuelto un denominador común ver en las noticias la agresión que sufren los menores a causa de maltratos físicos o psicológicos, tanto en su ambiente familiar como en el social; para ello, los diversos organismos internacionales, como la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, o la propia ONU, preocupados por la protección de los más vulnerables, han creado una serie de instrumentos normativos encaminados a establecer normas generales mínimas que sean adoptadas por los estados parte y puedan brindar protección a los niños, niñas y adolescentes; entre ellos encontramos a la Convención de los Derechos del Niño, la Convención Interamericana sobre Obligaciones Alimentarias, por mencionar algunas.

Sin embargo, ¿qué sucede cuando los niños y/o adolescentes dejan de ser solo los agredidos y se convierten en los agresores? En últimas fechas hemos visto un despunte en la participación de éstos como agresores hacia adultos como a sus contemporáneos.

La agresión de una adolescente hacia su amiga a quien le propició más de 60 cuchilladas, o el caso de otra joven (que parecen salidas de la misma película de terror), que asesina violentamente a sus padres adoptivos para hacer uso del dinero que disponían, o la serie de agresiones escolares conocidas actualmente como “bullying” en el que vemos la participación de un grupo de menores que atentan contra la seguridad de otro, hasta el grado de matarlo. La pregunta obligada y que acertadamente hace Carmen Aristegui es ¿“Qué se quebró”? Parece que las generaciones actuales además de desconocer, en mucho de los casos, el respeto, también consideran las agresiones como algo “normal”.

El tema de las niñas embarazadas comienza a ser rebasado por los niños, niñas y/o adolescentes que a gran escala se están convirtiendo en delincuentes.

El problema se intensifica al enfrentarse con un sistema jurídico que no está preparado para enfrentar este tipo de asuntos que hoy por hoy no se pueden hacer a un lado. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha emitido protocolos de actuación en la participación de un menor en juicio, pero que se encuentra encaminado a verle solo como víctima no como agresor, los criterios jurisprudenciales se guían bajo el mismo sentido. Y con todo lo anterior, no existe un tratamiento específico que se dé a estos menores que ya son delincuentes, pero en su calidad de menores, dejan de ser vistos como tal.

¿Qué se quebró? ¿En qué momento las jóvenes generaciones desconocieron el concepto de humanidad y comenzaron a verlo todo como un simple juego? Donde las misiones se viven en primera persona o en 4D.

En necesario volver hacia nuestros hogares y analizar muy detenidamente qué le estamos enseñando a nuestros hijos, qué ejemplo estamos dando, qué mensaje estamos dirigiendo, qué tanto los conocemos. Hagámoslo ahora antes de que este fenómeno crezca, recordemos que ellos son nuestro futuro y llegará un momento en el que no formen parte de nuestro mundo, sino que nosotros tendremos que formar parte de su mundo y bajo sus propias condiciones.

“Educad al niño para no castigar al hombre”. José Martí

Por Génesis Guinto

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