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El tarjetazo

Por Luis De Quevedo.

Cuando lean esto ya habrán pasado las posadas, la navidad, las fiestas de año nuevo, reyes y demás festividades. Seguirán todos felices y contentos por haberse reunido con sus mas queridos familiares, por haber comprado, dado y recibido muchos regalitos, por haberse gastado hasta lo que no tienen ni han tenido en toda su vida para gastar, en que exageraron en la compra y desperdicio que los medios publicitarios hacen para que la gente saque dinero hasta de debajo de las piedras y lo dilapide en cualquier chuchería innecesaria, en que la comida circula en abundancia y queda mucho sobrante que a los ocho días tienen que tirar porque ya nadie quiere el bacalao y el mole o el insípido pavo extranjero que compraron refrigerado, inyectado y quizá muerto drogado y conservado con quien sabe cuantos químicos o los clásicos romeritos que se guardaron mas por capricho que por antojo.

Bonito recuerdo y sabor de boca queda en las mentes y en los paladares de toda la gente, hasta que, por ay de finales de Febrero, empiezan a llegar los avisos de cobros de los bancos con sus respectivas y horrendas llamadas madrugadoras para recordarles que tienen un plazo para pagar, lo cual comienza a encrespar los nervios del más pintado por no poder pagar todo aquello que compraron y regalaron hasta a su odiada suegra, a sobrinos traviesos y groseros, a hijos rebeldes, gritones y mal educados, en tiendotas que ofrecieron descuentos en pagos pero con intereses de antemano incluidos mañosamente con su tradicional sistema de atracción y ventas.

Casi nadie lo piensa en el momento en que saca a relucir orgulloso y oriundo su brillosa tarjetita de crédito y puedes ver como hasta se inflan como pavo reales queriendo demostrar lo que no son, ni tienen, pero que por el momento los hace sentirse poderosos, pudientes y espléndidos, pues no piensan en que dentro de cada tarjetita se esconde, defecándose de risa, un diablillo pagado por el banco que goza al verlos cometer tantas ridiculeces y les dice al oído: ESO, COMPRA COMPRA mismas que después no sabrán como resolver con un solo tajo de billetes, pues no los tendrán por el momento ni por el resto del año.

Pero ya pasaron también en Enero el trío de maricas de los reyes magos que siempre traen puros regalos patito y que además los vienen a rematar dejándoles sus tarjetas lisas y sin casi poder ver los numeritos de tantos pasones que les dieron. Ah, pero luego vino Valentines el 14 de Febrero y volvieron a embarrarse comprando porquerías por el día del amor y amistad, solo porque el sistema norte americano lo dicta de esa manera poniendo a toda la indiada tepuja de pelos pintados de güero y hablando con papa caliente en el hocicote, a gastar mas y mas, sin imaginar que ese Valentines no tiene nada que ver con nuestra cultura mexica y que solo les causará desequilibrios económicos a corto plazo.

El caso es ser imita monos y además malos imitadores.

Hay que olvidarse del pavo y entrarle al molito poblano con guajolote, tortillas hechas a mano, frijolitos de la olla con epazote, nopalitos, michiotes, esquites y la gran cantidad de suculentos platillos que tenemos en nuestro país, mismos que alcanzan a ser más de dos mil y muy bien elaborados.

Ah, pero Santa nos gana con toda la publicidad que le regalan y el babosote solamente sabe decir “JOJOJO” (y en ingles)…bueno, ¿pues en que planeta vivimos? ¿Por qué todo se tiene que imitar de manera absurda?

Quizá mi reacción ante el panzón de Santa y los tres reyes magos obedece a que hay miles de niños pobres en México que nunca recibieron ni recibirán sus deseados regalitos de parte de ninguno de ellos… Por eso si te sobra algo y puedes, ayuda como sea a un niño pobre mexicano!

Tu recompensa será, que Dios que todo lo ve, te hará un lugarcito en su corazón.

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