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El Enojo

Por Dra. Rosario Díaz Ahumada

Emoción condenada desde tiempos inmemoriales, tanto en la historia de la humanidad, como en la historia personal en cada una de nuestras vidas.
Si en general las familias condenan la expresión de la mayor parte de las emociones, el enojo es una de las mas perseguidas. Las posibilidades de ser querido o bienvenido en tu propio seno familiar si muestras enojo, son bastante escasas. Se considera en general una emoción
antagonista y que pone en peligro la hegemonía de la autoridad. Las personas, sobre todo los padres de familia tienen pavor de una cosa: perder su autoridad y poder sobre los mas jóvenes de la manada. Por otro lado, mostrar tu enojo como bebe o niño pequeño también trae el peligro de despertar los enojos inexpresados, negados y almacenados de los padres o las madres.
Por eso no se permite a los niños tener esta emoción y mucho menos se respeta su derecho a tenerla.

Como humanidad tendemos a catalogar las cosas como buenas o malas. La clasificación es la principal herramienta con la que pretendemos darle sentido a nuestra vida. Con la que creamos un falso sentido de seguridad y constancia.
Así, hemos clasificado unas emociones como buenas y otras como malas. El enojo por supuesto ha sido clasificado dentro de las emociones «malas» Lo que sucede con esto es que el enojo que sentimos (desde la mas tierna infancia) no es expresado, sino encapsulado y envuelto de distintas maneras y almacenado en alguna parte de nuestro cuerpo.
Cuando no estamos dispuestos a sentir o estar conscientes del enojo guardado, lo que ocurre es que permanece en el inconsciente. Todo lo que permanece en el inconsciente es altamente peligroso. Todo lo que se sale de nuestra percepción tiene la capacidad de dominarnos y controlarnos.
El enojo acumulado puede aparecer mas tarde en nuestra vida como enfermedades o como reacciones explosivas, o incluso rabias imparables que es lo que hace a una persona asesinar a otra cuando no hay ningún antecedente aparente de criminalidad. Esos típicos casos de: «perdió el control.»
Así actúa el enojo que no es honrado y atendido.
Para manejar y vivir en paz con el enojo es necesario hacernos conscientes de el y sentirlo.
Sentirlo no quiere decir gritarle a alguien, quiere decir simplemente sentirlo. Cuando te atreves a sentir tu enojo, sentarte en silencio con el y observarlo y percibirlo en tu cuerpo con toda tu atención, se transforma en energía para trabajar, crear, o bien se libera por completo y se va.
Date cuenta también cuando estas sintiendo un enojo presente y cuando simplemente salio tu enojo viejo y empaquetado como respuesta a un estimulo. Cuando los esposos y esposas se pelean a gritos, probablemente no es el enojo de ese momento. Lo mas seguro es que es enojo
acumulado a través del tiempo que no fue sentido y honrado, puede incluso ser enojo guardado desde la niñez. Así que pregúntate la próxima vez que sientas enojo: ¿es proporcional mi enojo a la circunstancia que esta ocurriendo?
Si no lo es, probablemente tiene raíces hasta tu infancia. Siéntate a meditar con el, y descubre realmente de donde salio toda la violencia esta basada en enojo reprimido. Así que no es buena idea reprimirlo. Siempre honra tu enojo sintiéndolo, dejando que entre en ti.
Así se transformara y no tendrá que caer sobre alguien mas.

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