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Educación estética

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Últimamente he tenido la curiosidad de saber ¿qué es educación estética y qué es educación artística? Bueno, pues encontré un artículo muy interesante que espero les ayude a ustedes también.

Hoy en día ambas expresiones apuntan a la educación —conocimiento y destrezas— de las facultades de los alumnos respecto al arte y la belleza.

Los objetivos señalados por los autores a la educación estética, se pueden reducir a estos tres:

1. Educar al niño para que pueda apreciar las obras artísticas. Esta primera meta constituye el desarrollo de la función de «espectador» de arte. En la escuela primaria la apreciación artística se persigue en un nivel elemental, es el comienzo de una actitud, que las aptitudes, la instrucción y la contemplación de las obras artísticas desarrollarán paulatinamente hasta convertirle en un adulto capacitado.

Motivar al niño para la creación de obras bellas, sin que se pretenda con ello “la formación de artistas”, meta que no corresponde a la escuela primaria.

Se persigue, entonces, despertar las aptitudes artísticas latentes de los niños y dar cauce a las condiciones naturales favorables de algunos.

2. La educación estética sólo puede desarrollarse por medio de la ejecución, del trabajo artístico, y no imponiendo una serie de conocimientos teóricos que con el transcurso del tiempo o se olvidan o carecen de significado. Las actividades prácticas, aquí como en cualquier otro aspecto educativo, constituyen un apartado de gran interés.

3. Vincular el arte a la vida y la naturaleza. Para ello es preciso buscar el encuentro del niño con las manifestaciones artísticas de su medio ambiente: bailes, canciones, paisajes, monumentos, pintura, escultura, etc. Aunque sin carácter exclusivo, es muy importante el contacto directo con la obra de arte y su valoración de acuerdo con criterios constantes. Contemplar buenos cuadros, oír las mejores obras musicales o visitar monumentos arquitectónicos no constituye una vía suficiente para una auténtica formación artística, pero contribuye a ella en gran medida. Es indudable también que en el despertar y desarrollo de las aptitudes artísticas representa un papel importante el medio familiar y social del niño. Una comunidad o una familia con una fuerte afición al arte musical puede, sin duda, contribuir mejor al despertar de la vocación por ese arte que un medio indiferente a la música.

Por lo tanto, hay que enseñar a “ver” en la obra de arte los elementos que la hacen valiosa; su veracidad, expresividad, composición, ritmo, entre otras. También habrá que huir de ciertas manifestaciones artísticas, mal llamadas “populares”, cargadas, en muchos casos, de afectación y falsedad. El buen gusto debe reinar en todo cuanto rodea al niño: la casa, la escuela, el parque, y junto a ello habrá que darle la posibilidad de que participe en la decoración de estos lugares como un medio para que con la elección de objetos y adornos se formen en él hábitos estéticos.

La educación artística se entendería mal si se creyera que es sólo cuestión de una clase o asignatura; al contrario, ha de entrar en juego en todas las ocasiones que lo permita la vida escolar. El gusto por lo bello debe ponerse así de relieve en las distintas materias y prácticas educativas: trabajos, escritos, ejercicios, concursos, juegos. Con ellos no se deforma o elimina la propia naturaleza y finalidad educativa de esa materia, sino que, al contrario, a su fin específico se añade el estético como motivo de valoración. La educación estética no sólo ha de buscar la perfección de una determinada faceta humana, sino que ha de cooperar con los restantes aspectos educativos para conseguir de esta forma un resultado armónico.

MARTA LARA HERRERA / martalarah@yahoo.com.mx / DANZARTE

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