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A mitad del gobierno de Aguirre ¿qué nos espera?

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Los primeros tres años del gobierno de Ángel Aguirre han transcurridos envueltos en la penumbra de la violencia criminal y de la agitación social. Los normalistas de Ayotzinapa pusieron desde un inicio a prueba la estabilidad de las instituciones y luego los maestros cetegistas, con sus acciones anárquicas y agresivas, han colocado al Estado al borde de la ingobernabilidad.

Muy pocos resultados pueden registrarse en el haber del Mandatario estatal. Su mayor mérito, sin duda, ha sido su empeño por salvaguardar la imagen de Guerrero como uno de los principales destinos turísticos del país y recuperar gradualmente los niveles históricos de ocupación. Al garantizar seguridad a los visitantes, a pesar de algunos incidentes terribles para la imagen del Puerto, como fue el de la violación y robo a las turistas españolas, se protegen los empleos y se evita el cierre de fuentes de trabajo. La gente del Distrito Federal, fuente principal de turistas de fin de semana, ha regresado a disfrutar de la belleza de la Bahía y de los múltiples espectáculos que se ofrecen, cada vez en mayor número.

 ¿Qué podemos esperar para la segunda mitad del sexenio aguirrista? En primer lugar, pienso, una mayor coordinación con las autoridades federales. El gobernador, recordemos, opera con recursos provenientes en más del 90% del gobierno de la República. Las contribuciones recaudadas localmente no van más allá de un 8% del total del gasto público de la entidad. Es significativo, al respecto, destacar la designación de Iñaki Blanco Cabrera, anterior delegado de la PGR, como nuevo Procurador general de justicia del Estado y del Almirante Javier Lara, aún al mando de la Región naval de Acapulco, en la Secretaría de Seguridad Pública.

Además de continuar con el esfuerzo por proteger e impulsar la industria del turismo, base de la economía de la entidad, habrá que retomar los proyectos en materia de infraestructura, educación y apoyo al sector agropecuario. La diversificación de las actividades económicas es de enorme importancia para la creación de nuevas y mejores oportunidades de empleo y evitar la migración del campo a la ciudad, con las secuelas de pobreza, marginación y violencia urbana.

Pero tal vez, el mayor reto para el Gobernador Aguirre y los integrantes de su renovado gabinete sea el de lograr para la entidad una especie de Pacto por Guerrero, que a semejanza del Pacto por México aglutine en torno de objetivos claros a las distintas, numerosas y contradictorias corrientes políticas y sociales. La entidad requiere con urgencia de estabilidad, de compromisos por encima de intereses partidarios o personales, de unidad y participación, dentro del diálogo y el respeto a la ley. Los extremos sombríos del Guerrero bronco, anárquico y violento deben quedar atrás. No podemos seguir atados a la cerrazón y al obstruccionismo.

Desde que asumió como gobernador del Estado, Ángel Aguirre ofreció trabajar por la construcción de una nueva mentalidad social moderna, abierta y comprometida con el desarrollo económico, social y educativo. ¿Cómo dejar atrás el estado del NO a todo, del NO a cualquier cambio y convertirnos en una entidad de colaboración y esfuerzos conjuntos?: No a la reforma educativa; No a la evaluación de los maestros; No al autobús turístico; No al muelle de cruceros; No a la limpia de aviadores en las nóminas magisteriales; No a la administración por Fonatur del muelle municipal y a la limpieza de las Salinas; No al parque en el canal de la Boquita.

A pesar de que Ixtapa Zihuatanejo ha logrado separar su imagen del ambiente caótico que aflige a tantos otros lugares del Estado, la resistencia al cambio y a la transformación del entorno es parte de nuestra vida cotidiana. Los obstruccionistas, disfrazados de ecologistas, bloquean y obstaculizan cualquier iniciativa para mejorar el entorno urbano y hacer más atractivo el destino para los que aquí vivimos y para los que nos visitan de otros lugares del país y del mundo.

Hace unos días concluyó, para un importante grupo de pequeños empresarios, un ciclo más del programa Moderniza. En todos los que asistimos quedó bien claro el mensaje: para cambiar la sociedad, debemos empezar por cambiar nosotros mismos. La voluntad de hacerlo es el ingrediente principal. Los nuevos tiempos, las nuevas generaciones reclaman del gobierno esa misma voluntad. Tener la certeza de que el cambio beneficia a la mayoría y no sólo a los intereses de siempre. Es el gran desafío de Ángel Aguirre.

Por Héctor Manuel Ezeta

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